
Escuchar Vida de la Santa
Ángela nació en el seno de una familia noble de Foligno, ciudad de la región de Umbría (Italia), cercana a Asís. Durante sus primeros años llevó la vida corriente de una mujer de su época, dedicada a su marido y a sus ocho hijos, y con escaso interés por la religiosidad cristiana. Son pocos los datos que se conservan de esta época.
En 1285 Ángela sufrió una crisis interior. En ello tuvo influencia la vida del Beato Pedro Crisci, noble de Foligno que vendió sus propiedades y se dedicó a la penitencia dentro de la Tercera orden de San Francisco. La reacción de sus contemporáneos fue el insulto y la burla. Pero Ángela acabó impresionada por su comportamiento y decidió encomendarse a san Francisco de Asís para encontrar un buen confesor e iniciar una nueva vida. En sueños tuvo una visión del santo donde le comunicaba que se lo concedía. Al día siguiente del sueño se acercó a la catedral de Felipe para confesarse con el obispo. Allí se encontró con fray Amoldo, franciscano, pariente suyo y capellán del obispo. Acabó confesándose con él e iniciando con ello una nueva etapa de su vida.
Ángela hizo promesa de castidad perpetua y empezó a llevar una vida de penitencia, regalando sus mejores vestidos y privándose de la comida mediante ayunos. Esta nueva actitud le acarreó habladurías entre las gentes. Sufrió además dolorosas pérdidas, muriendo primero su madre, y progresivamente su marido y sus ocho hijos, en breve tiempo.
Poco después peregrinó a Roma, y a la vuelta, renunció a todos sus bienes y se asoció con una compañera llamada Masazuola, y se dedicaron a obras de caridad, especialmente la atención a los leprosos. En 1290 ingresó en la Tercera orden de San Francisco.
A partir de su conversión, Ángela tuvo intensas experiencias místicas, especialmente visiones en torno a la Pasión de Cristo.
En 1291 realizó una peregrinación a Asís para visitar la tumba de san Francisco. En mitad del camino sintió la presencia del Espíritu Santo que la acompañó durante el resto del trayecto hablando con ella. Al llegar a la Basílica de San Francisco de Asís, la dejó. Y Ángela, al sentirse abandonada, en plena entrada de la basílica comenzó a gritar pidiéndole explicaciones de por qué se marchaba. Esto causó la expectación de la gente y se ganó una reprimenda de fray Arnaldo, que vivía entonces en Asís y le prohibió regresar.
Al año siguiente, en 1292, fray Arnaldo fue trasladado nuevamente a Foligno. Al reencontrarse con Ángela, le pidió explicaciones sobre sus gritos. Ella se lo contó todo, haciéndole prometer que no diría nada a nadie. Las explicaciones dadas por Ángela debieron impresionar a fray Arnaldo, pues cambió su actitud, y comenzó a registrar por escrito ras confidencias.
Son pocos los datos que se conservan de la vida de Ángela desde 1296 hasta su muerte. En tomo a su persona se constituyó un grupo espiritual que se denominó Cenáculo, entre los que se encontraba Ubertino da Casale. Desarrolló una fuerte actividad epistolar en la que respondía a cuestiones teológicas y a problemas de dirección espiritual. Esta actividad le valió el título honorífico de Maestra de teólogos.
Ejerció además un papel pacificador entre los franciscanos espirituales y los franciscanos conventuales, las dos remirares en que se dividió la Orden franciscana por su diferente interpretación de los ideales franciscanos. Un papel más duro tomó respecto a la secta de los Hermanos del Libre Espíritu, a quienes se opuso directamente.
Ángela no escribió nada realmente. Como muchas otras escritoras de la Edad Media, se limitó a dictar y luego dar el visto bueno sobre lo escrito. Memorial e Instrucciones se han editado siempre juntos como una única obra. A partir del siglo XV tuvo una notable difusión por toda Europa. Se conservan completos 23 códices. Fue leída y recomendada su lectura por san Francisco de Sales, san Alfonso María de Ligorio, Jacques Bénigne Bossuet, Francois Fénelon y el cardenal Cisneros, que mandó traducirlos al castellano en 1505.
Los dos escritos de Ángela son narraciones espontáneas, confesiones, y no tratados ascético-místicos. No siguen ningún programa, sino que reflejan sus vivencias personales. La espiritualidad de fondo es de corte franciscano, cristo céntrica, especialmente en torno a la Pasión. Los treinta pasos del Memorial son un continuo conformarse con Cristo a través de la pobreza, el dolor y la humildad.
Ángela enfermó antes de morir. Se desconoce qué tipo de enfermedad fue. Previendo su muerte, envió una última carta a sus hijos espirituales.16 Esto reunió en torno suyo a sus discípulos, para acompañarla en el último momento de su vida. Ángela dictó unas últimas palabras a modo de testamento para sus discípulos Rodeada de sus hijos espirituales, murió el 4 de enero de 1309. Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de San Francisco del Convento franciscano de Foligno. Inmediatamente fue venerada como santa por el pueblo y la Orden franciscana. En 1547 Paulo III la inscribió en el santoral de la Tercera orden de San Francisco con el título de santa. Inocencio XII en 1693 aprobó su culto en la Orden franciscana solo como beata, Clemente XI lo aprobó para toda la Iglesia católica, estableciendo el 4 de enero como día de su fiesta. El papa Francisco la proclamó santa el 9 de octubre de 2013